Cuando se desarrollan las elecciones municipales en Francia, ¿cómo no evocar esos años estupendos que ha vivido España, esos treinta años de mutaciones vertiginosas en el terreno social, de luchas a veces violentas por arraigar la democracia, de rechazo al radicalismo etarra...? Sin Suárez y sus apenas cinco años de presidencia, nada hubiera sido posible. Sin su propensión al diálogo, sin su confianza en un futuro basado en la convivencia, nada hubiera sido posible. Es lo que necesitamos hoy en España, pero también en Francia, unos políticos transfigurados por su misión.
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