MARCO RUBIO tiene la piel morena y 44 años (uno menos que Cruz y 25 menos que Trump), ve a Estados Unidos en una
encrucijada: “Esta elección es un referéndum sobre nuestra identidad:
podemos ser más grandes de lo que nunca hemos sido o una gran nación en
declive”.
Todos los aspirantes republicanos alertan del sinfín de
amenazas que acechan a EE UU, pero Rubio es el que más ofrece una visión
alternativa desde un prisma positivo: “La historia dirá de esta
generación: esos estadounidenses se levantaron y afrontaron sus
desafíos, el sueño americano llegó a más gente”.
Rubio promete derogar las medidas más polémicas de Obama. Pero en sus
palabras hay ecos de las de aquel joven senador que ganó las elecciones
de 2008 con un mensaje de esperanza y cambio: “Tenemos que unir,
convencer a más gente de que nuestros principios son los buenos” o “Seré el presidente de todos los
americanos”.
Como Obama, Rubio apela a su historia personal. El senador rememora
la inmigración desde Cuba a EE UU de sus padres o sus propias
estrecheces económicas en el pasado para encarnarse como ejemplo del
éxito del sueño americano.
Como Clinton, sabe que "el camino hacia la Casa Blanca pasa por el barrio". Y la verdad es que desde ayer, Hillary ya no es la única en cortejar el voto hispano y quién dirá si la que quiso ser la "abuelita" no tiene ahora menos ventajas que el cubanoamericano, por ser mujer y rica.
Rubio en Iowa, Castro en París, son dos caras de Cuba que llaman hoy la atención del mundo.
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