Son
varias las razones por las que se puede hacer el elogio de Colombia.
Primero
la muy buena salud económica de la nación antes al borde del caos y su
capacidad a votar leyes progresistas como la reciente aprobación por el
tribunal Constitucional del derecho a adoptar para los homosexuales. Luego su
empeño en salir del callejón que fue el enfrentamiento mortífero entre el
Estado y las FARC. Tras tres años de difíciles negociaciones, la paz está al
alcance de la mano. ¿Sería un modelo Colombia para los otros países de la
región ?
Por supuesto cuando
se nota cómo el Estado ha aprendido de sus errores y ha sabido reconquistar el
territorio bajo control de la guerrilla con victorias militares pero sobre todo
invirtiendo en esas áreas rurales antes abandonadas : fue el consenso el
que impulsó grandes reformas estructurales con menos regulaciones en el mercado
y más descentralización política y administrativa, políticas sociales y medidas
para asegurar el territorio que se había transformado en ancha zona de tráficos
de drogas y de seres humanos.
El aumento en un 500%
de los ingresos con la inversión extranjera directa seducida por el mercado de
la Alianza del Pacífico, el derrumbe de la tasa de pobreza, la mejora de los
servicios públicos y el aumento de la esperanza de vida : sí que se puede
hablar de un « milagro colombiano ». Ahora le corresponde a Santos
seguir avanzando y afirmando la compromisión del Estado a resolver de forma
definitiva el conflicto manteniento los consensos políticos y acabando la
integración económica de Colombia en los flujos comerciales y especialmente en
el Acuerdo Transpacífico.
Para saber más
FICHA : « Yo
en América Latina, las oportunidades »
FICHA FARC
FICHA Gabriel García
Márquez (citado en dos ocasiones en el texto)
FICHA Andrés Caicedo,
autor « movidesco » : la salsa como motivo literario en Qué viva la música
TPP
Doce países de la
cuenca del Pacífico anunciaron el 5 de octubre un acuerdo histórico para la
creación de la zona de libre comercio más grande del mundo. Con un PIB conjunto
de US$ 28 billones, los países signatarios representan el 40% de la producción
mundial y un tercio del comercio internacional.
Naciones desarrolladas como Australia, Canadá,
Estados Unidos, Japón y Nueva Zelanda, y emergentes como Brunei, Chile,
Malasia, México, Perú, Singapur y Vietnam, liberalizarán su comercio de bienes
y servicios para fomentar el empleo y el crecimiento bajo reglas comunes que
van desde la desgravación de aranceles de productos agrícolas e industriales,
como el arroz, la carne y los vehículos automotores, hasta el cumplimiento de
normas ambientales y laborales.
Críticos del acuerdo
en Estados Unidos, como los precandidatos Clinton, Sanders y Trump, señalan que
su país continuará exportando empleos de la industria manufacturera a países
emergentes con bajos salarios. Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía,
advierte que el lapso de las patentes concedidas a la industria farmacéutica es
muy largo.
Pero organizaciones
ambientales como el World Widelife Fund brindan apoyo al acuerdo, al
destacar que éste respeta las disposiciones de la Convención sobre Comercio
Internacional de Especies Salvajes de Flora y Fauna en peligro, suscrita
por 175 países.
El presidente Obama ha hecho una firme defensa, subrayando que las protecciones laborales y ambientales del convenio corrigen las falencias del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (NAFTA). Los doce Estados socios se regirán por las disposiciones laborales de la Organización Internacional del Trabajo. 18.000 productos gozarán de cero arancel para las exportaciones estadounidenses, al igual que las de los otros 11 países firmantes.
El presidente Obama ha hecho una firme defensa, subrayando que las protecciones laborales y ambientales del convenio corrigen las falencias del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (NAFTA). Los doce Estados socios se regirán por las disposiciones laborales de la Organización Internacional del Trabajo. 18.000 productos gozarán de cero arancel para las exportaciones estadounidenses, al igual que las de los otros 11 países firmantes.
La Asociación
Transpacífico (TPP) deja abierta la posibilidad de adhesión de nuevos socios,
incluyendo China. Ya en la Declaración de Beijing (APEC, 2014), China,
EEUU y sus socios se comprometieron a formar un área de libre comercio. Ambos
acuerdos no son excluyentes. Y es que el Instituto Peterson de Economía
Internacional estima que el TPP aumentaría en US$ 223 millardos el PIB mundial
en su primera década, y el de Vietnam en un 10%.
El TPP, un espaldarazo para la
Alianza del Pacífico
Infolatam
Madrid, 6 de octubre de 2015
Madrid, 6 de octubre de 2015
El nacimiento del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, en
inglés) supone un fuerte espaldarazo para la Alianza del Pacífico pues tres países de
este organismo, Chile, Perú y
México, integran el TPP.
Por contra, los que están fuera del TPP (fundamentalmente
los países de Mercosur) se quedan al margen de lo que se antoja, en el futuro
más cercano, como el gran escenario mundial en materia comercial, de
crecimiento y desarrollo.
La Alianza reforzada
Estas tres naciones latinoamericanas se integran, por
lo tanto, en un pacto de libre comercio que va a unir al 40% de la economía
mundial y puede transformarse en el acuerdo regional más grande de la historia.
El analista Eduardo
Ferreyros señala que “con el eventual cierre de negociaciones del TPP,
consolidaremos nuestro protagonismo en el Asia-Pacífico, junto a economías que
buscan un modelo de desarrollo, demostrado exitoso, basado en el libre
comercio, en libertades económicas, y que ha sido clave para reducir la pobreza
en nuestro país”.
La conformación del TPP además da un espaldarazo al
proyecto de integración regional y su propuesta de modelo de apertura
económica.
Un proyecto que prevé en 2016 eliminar los aranceles
del 92% de los productos que comercian y el 8% restante irá desapareciendo
paulatinamente en los siguientes siete años.
Chile, Colombia, México y
Perú forman un
mercado de 250 millones de personas, la tercera parte del producto económico
latinoamericano.
La pugna geopolítica mundial
EEUU y China mantienen un pulso por la hegemonía
comercial y geopolítica en el Pacífico y, por ende, en el Mundo. De esa
pugna no escapa América latina.
La estrategia estadounidense se
apoya, entre otras acciones, en el Acuerdo de Asociación Transpacífico (en
inglés Trans-Pacific Strategic Economic Partnership,TPP) que agrupa a 12
países de la cuenca del Pacífico: Australia, Brunéi, Canadá, Chile,
Estados Unidos, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y
Vietnam.
Estas 12 naciones representan el 19% de las
exportaciones y el 22% de las importaciones globales.
Como señala Federico
Steinberg del Real Instituto Elcano, “el estancamiento de la Ronda de
Doha de la Organización Mundial de Comercio (OMC), sumado al rápido auge de las
potencias emergentes y al espectacular crecimiento del comercio de servicios y
las cadenas de suministro globales, han llevado a EEUU a liderar dos mega
acuerdos comerciales regionales: el TTIP con la UE y el TPP con los principales 12
países de la cuenca del Pacífico (excluyendo a China)”.
La Alianza del Pacífico ante
el TPP
Frente al TPP los países latinoamericanos han
reaccionado de forma muy diferente.
Los de la Alianza del Pacífico con intención de
integrarse, mientras que los del eje del Atlántico (Argentina, Brasil,
Venezuela y Cuba más Ecuador) con una visión de claro rechazo.
En ese sentido el Presidente de México, Enrique Peña Nieto y el primer
ministro de Japón, Shinzo Abe,
acordaban en 2014 colaborar con “miras a la pronta firma” del Acuerdo de
Asociación Transpacífico (TPP) y avanzar en la cooperación del país asiático
con la Alianza del Pacífico.
La administración priista ha puesto como uno de sus
ejes exteriores el fortalecimiento de la Alianza del Pacífico como una
plataforma para impulsar el TPP.
“El Acuerdo de Asociación Transpacífico (…) será
el tratado comercial del sexenio”, ha destacado la senadora del PRI
Marcela Guerra, presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores de América
del Norte en el Senado.
Colombia no pertenece aún al TPP pero su
aspiración es entrar y ya el ministro de Comercio, Sergio Díaz-Granados, solicitó en 2014 formar parte de las
negociaciones.
“Estamos interesados en participar en esa negociación
(del TPP), como quiera que tres de nuestros socios en la Alianza del Pacífico
ya están en ese proceso (Chile, Perú y más recientemente México); eso lo
dejamos planteado el año pasado”, expresó Díaz-Granados.
Otro que ha empujado con fuerza para pertenecer al TPP
ha sido el Perú de Ollanta Humala
quien en su último discurso con motivo de la independencia
nacional dijo: “La perspectiva futura en relación al comercio, es
profundizar las relaciones con los socios de la Alianza del Pacífico, la CAN,
UNASUR, así como culminar las negociaciones del Acuerdo Comercial Transpacifico
(TPP), con el propósito de asegurar el acceso de los productos peruanos a
dichos mercados. La Marca Perú, embajadora de nuestros productos y de las
maravillas del mundo que están en nuestro país, viene acompañando la intensa
actividad comercial y turística que hace al mundo percibirnos como un lugar
especial y encantador que tiene mucho que ofrecer”.
De los cuatro miembros de la Alianza el más remiso a
acoger el TPP era el Chile de Michelle
Bachelet que sigue apostando por diversificar sus relaciones externas:
mantenerse dentro de la Alianza pero sin olvidar sus vínculos con Mercosur y
Brasil.
En un viaje a EEUU, Bachelet explicaba su posición: “Ese es uno de los temas que
hemos tenido con el presidente Obama, como en el departamento de Estado (Joe
Biden y John Kerry). Hemos dado a conocer los puntos de vista nuestros. Lo que
hemos dicho es que estamos disponibles para ser parte de un tratado de alto
nivel, con estándares más exigentes, ya que creemos que eso implica que todo el
mundo elevar los estándares y por lo tanto evitar situaciones que no nos
parecen las más adecuadas y sin embargo que hay elementos de la realidad
chilena que tenemos que tomar en consideración…nos interesa, pero que el interés nacional esté bien resguardado”.
El rechazo de los países del
“socialismo del siglo XXI”
Frente a estos países del eje Pacífico se alzan los
del heterogéneo eje Atlántico integrados por Brasil, gobernado por el
centroizquierda- Dilma Rousseff-,
la Argentina del neopopulismo kirchnerista y los países regidos por el
“socialismo del siglo XXI” Venezuela, Bolivia y Ecuador.
En el caso de los regímenes bolivarianos no hay
duda del rechazo intrínseco que existe hacia el TPP.
Son ya todo un clásico las críticas de Rafael Correa a los tratados de libre
comercio: “Que el libre comercio beneficia a todos, todo el tiempo, es una gran
falacia; hay grandes perdedores y creo que los perjuicios son mayores que los
beneficios, incluso si no fuera así hay que ver quién pierde y quién gana, gana
el grandote, el importador o el agroexportador, el que puede competir”.
En el caso de Brasil sus políticas proteccionistas y
su apuesta por sostener un liderazgo mundial autónomo y diferenciado le dejan
al margen de la alianza y del TPP.
“La conclusión
de un TPP ambicioso podría añadir dificultades para vertebrar un mercado
integrado en la región. En particular, Brasil, el gran coloso de América del Sur, podría quedar aislado,
por lo que ya está buscando fórmulas para revitalizar un acuerdo con la UE, con
o sin sus socios de Mercosur. Además, en la medida en que estos nuevos acuerdos
podrían forzar cierta armonización regulatoria en temas sensibles como la
protección de la propiedad intelectual o de los derechos de los inversores o
las compras públicas, los países de
América Latina podrían perder policy space, lo que sería un
problema para tener flexibilidad en sus estrategias de desarrollo y de
diversificación de exportaciones”, comenta Federico Steinberg.
El TPP agarra a América latina en un momento de
fuertes divisiones y desvertebración justo cuando se asiste al nacimiento de un
nuevo mundo, con nuevas reglas. La Alianza tiende a acercarse a EEUU mientras
que el bloque que se reúne, en gran parte, en torno a Mercosur mira más hacia
China.
Así pues, al menos dos Latinoaméricas parecen emerger
en este contexto en el que, como alertaba Carlos Malamud en Infolatam, “América Latina se encuentra en una
encrucijada y está definiendo su futuro y su lugar en el mundo. El papel de los
distintos países frente a la globalización no está claro, como expresa el
rechazo de algunos al libre comercio”.
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