I.
¿Cómo
se caracterizan, según Mauricio Vicent, las relaciones entre Cuba y España ?
En vísperas de
la celebración del quinto centenario de la fundación de La Habana y del fin de
la era de los Castro, Mauricio Vicente destaca toda la ambigüedad de las
relaciones entre Cuba, islita de 11 millones de habitantes, y España que la
descubrió sin nunca dejarla definitivamente.
La realidad de
las relaciones hispano-cubanas está primero en el ámbito económico ya que Cuba
sigue siendo el segundo destino latinoamericano para las exportaciones
españolas siendo España el tercer socio tras Venezuela y China por recibir las
acreditaciones necesarias para la implantación de empresas en la isla y el
fomento de asociaciones económicas. España – con las inversiones de grandes
grupos como Meliá - está especialemente presente en el sector turístico que
ocupa un espacio fundamental en el PIB de la isla. En los ámbitos social y
cultural queda también patente el lazo fuerte que existe entre las dos naciones :
se lo ve tanto en el éxito de la Ley del Nieto que les permite a los cubanos
descendientes de republicanos exiliados obtener la nacionalidad española, como en
el número de los matrimonios binacionales, en la vitalidad de la SGAE y de los
intercambios universitarios.
Sin embargo
queda una dificultad mayor que se debe a la falta de claridad política del
Estado español que mantiene una postura oficial según la identidad política del
inquilino de la Moncloa. Si las relaciones entre Cuba y España nunca se han
interrumpido y eso a pesar de la Independencia de 1898, si la isla es el
territorio que ha acogido en el siglo XX a tantos españoles, entre ellos, los
antepasados del nuevo Presidente cubano, es tiempo ahora para que los
mandatarios hagan « las cosas mejor ».
II.
De
forma concreta, ¿qué puede significar para Usted « hacer las cosas mejor »
cuando se trata de las relaciones entre España y América Latina ?
Cuando los
políticos de la Transición española se comprometieron en la inclusión de España
en la CEE, supieron hacer de las relaciones privilegiadas entre España y
América Latina un argumento esencial para convencer a los europeos de la
necesidad de acoger a un nuevo socio con tanta proyección internacional. Si los
lazos ya existen entre la antigua potencia colonizadora y las naciones hoy
independientes como se nota en las Cumbres Iberoamericanas que existen desde
1991, ¿cómo hacer las cosas mejor ?
La respuesta
es compleja porque depende forzosamente de lo que quieren hacer los mandatarios
y eso en función de su orientación ideológica. Este hecho básico se ha visto a
lo largo de las primeras décadas del siglo XXI con unas posturas agresivamente
anti-España por parte de Cristina Kirchner en Argentina o de Hugo Chávez en
Venezuela que hicieron de las expropriaciones de empresas españolas o de los
desmontajes de símbolos de la Conquista un punto clave de su postura populista.
El viaje reciente del socialista Pedro Sánchez a la Bolivia de Evo Morales indica
claramente que ¡resulta más fácil entablar el diálogo con Presidentes latinoamericanos
dogmáticos cuando en España no gobierna el PP ! Para « hacer las
cosas mejor », me parece fundamental que las democracias latinoamericanas
sean más estables y que acaben con las derivas ideológicas que estorban las
negociaciones cuando los resultados electorales en España no son los esperados.
Compleja es también
la respuesta porque España no es cualquier socio político o económico. Es
precisamente la antigua potencia colonizadora, la que pudo ser, a pesar de
todo, un modelo en episodios tan diferentes como las Cortes de Cádiz, la
Resistencia de Madrid ante los nacionales o la Transición Democrática pero la
que fue también responsable de la Leyenda Negra que siguen recordando las
comunidades indígenas o los afrodescendientes que luchan contra las
discriminaciones y las violencias de todas formas. Por eso me parece
fundamental que existan espacios de intercambios culturales y sociales –
producciones cinematográficas bilaterales, proyectos universitarios que
permitan seguir estudiando conjuntamente la historia de la Conquista y la
Colonización, colaboraciones sobre las cuestiones ligadas con la Memoria
Histórica – para que esos pueblos que tienen tanto en común aprendan más sobre
sí.
Aunque los
latinoamericanos se consideran a veces como los hijos de una historia dolorosa,
no se puede construir el futuro con resentimiento o deseo de venganza. En
cuanto a los españoles, es también necesario que dejen de considerar a
Latinoamérica como tabla de salvación. Lo que necesitan ambas áreas son
relaciones basadas en la fraternidad y el respeto mutuo.
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