El discurso que pronunció Gabriel García Márquez en 1982 es un texto encantador, personalísimo
como toda la obra del colombiano, fascinante por diferentes
razones:
· Primero porque surge el tema de la « soledad ».
Pensemos en su novela Cien Años de Soledad,
una de las obras maestras del Boom latinoamericano, representativa del
« realismo mágico », publicada en 1967, traducida a 35 lenguas y
vendida a 30 millones de ejemplares. Notemos la autocita al final del discurso.
Pero pensemos también en la obra del mexicano Octavio Paz, El Laberinto de la Soledad, ensayo publicado en 1950 en el que el poeta
y filósofo mexicano remite al machismo, la sumisión y la apatía de los mexicanos que
suelen ir siempre contra la corriente, desnudos y desprotegidos porque privados
de la imagen materna. Ambos artistas consideran que América Latina es un
continente enmarcado en la soledad individual, interna y colectiva, la soledad
de « los de abajo » para usar una expresión que es también el título
de una novela mexicana famosa de 1915, escrita por Mariano Azuela.
América
Latina es también un continente solitario porque incomprensible para los
europeos que lo miran con demasiados prejuicios, demasiado racionales para
entender lo descomunal propio de América Latina. Un continente cercano ya que
se redujeron las distancias pero lejano ya que persisten las incomprensiones
ante una realidad tan diferente.
Gabriel García Márquez insiste también en la
noción de etapas históricas, recordando que las naciones latinoamericanas son
naciones jóvenes y que el Viejo Continente también necesitó años y siglos para
conquistar independencia, sentido democrático y respeto por la vida humana. Se
alza a favor de una nueva independencia del subcontinente, después del proceso
que tuvo lugar en el siglo XIX : una independencia mental y espiritual, o
sea no ser un « alfil sin albedrío » condenado a reproducir los
modelos europeos. Los objetivos pueden ser los mismos (democracia política,
justicia social, acceso a la cultura) pero sin olvidar que los métodos serán
diferentes porque son diferentes las condiciones.
·
Surge un segundo tema, el de la
« demencia », tan presente en las novelas y los cuentos
latinoamericanos. Su expresión máxima es la violencia desmedida de los gobernantes
– caudillos, caciques, militares, presidentes – así como las injusticias
cotidianas contra el pueblo con desapariciones, matanzas, torturas, adopciones
forzadas, exilios impuestos… En realidad tal demencia proviene también de la
« realidad descomunal, desaforada » de América que « sustenta un
manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y belleza » (de ahí el
gusto de la literatura hispanoamericana por lo maravilloso y lo mágico), por
ser la tierra de los mitos : Eldorado, la fuente de la eterna juventud,
las 11 000 mulas cargadas de oro para el rescate de Atahualpa, las
Amazonas...
Ya los conquistadores que escribían crónicas en las que contaban lo
que descubrían, mezclaban el rigor de la observación con la fantasía de la
imaginación. Es que en un primer tiempo no existían los términos « en
castellano » para describir esas novedades : de ahí las descripciones
fabulosas e increíbles. La tragedia del subcontinente proviene de ese
antagonismo entre la belleza de los paisajes, de los hombres, de las culturas
que generan confianza en el porvenir y las montruosidades que pueden causar la
naturaleza o los hombres.
En este discurso, Gabriel García
Márquez oscila entre desengaño (ante la propensión del subcontinente a la
barbarie, al despotismo excéntrico, a los conflictos armados, ante el divorcio
entre Estado y Nación, la incapacidad a instaurar regímenes realmente
democráticos, ante la manipulación del pueblo, la debilidad de la democracia,
la omnipresencia de la violencia, el índice preocupante de la mortalidad
infantil…) y esperanza ya que confía en la juventud y la originalidad artística
de los latinoamericanos.
http://www.nobelprize.org/nobel_prizes/literature/laureates/1982/marquez-lecture-sp.html
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