“Axolotl”, Julio
Cortázar
Final del juego, 1956
“Ahora soy un Axolotl”, de esta manera
inesperada comienza el cuento de Julio Cortázar, desvelando ya el final del
cuento.
Final del juego es el título del libro de cuentos del
autor argentino Julio Cortázar, publicado en 1956 por la editorial mexicana Los
Presentes que fue traducida a diferentes idiomas como el francés, inglés y
hebreo y que ha sido estudiado por numerosos críticos, literatos y escritores
en todos los idiomas. Lo que diferencia Axolotl
de otros cuentos es la profundidad que revela sobre el alma y la conciencia
humana. En efecto, el cuento comienza con el relato de un narrador en primera
persona que cuenta como su obsesión por los ajolotes se convierte en una cierta
condena del cuerpo del hombre transformándolo en el ajolote. El objeto de su
obsesión se convierte en realidad cuando se transforma en este revelando una
profunda verdad antológica sobre la identidad del hombre. Lo paradójico es que
esta verdad ontológica del hombre se revela a través de la relación que se
entabla entre lo animal y lo humano, es decir que lo que normalmente se suele
oponer, el animal al hombre, en este cuento, de manera original, no solo se une
sino que a través de esa misma unión, se desvela la verdadera identidad
profunda, como el agua del acuario que visita el narrador, del hombre. Por eso podemos preguntarnos, cómo este cuento refleja
a través de “lo fantástico” la realidad ontológica que concierne al hombre como
ser, demostrando a su vez el valor del cuento como género.
Para profundizar en esta cuestión, veremos
por una parte cómo esta realidad se refleja a través de la escritura que da una
gran importancia a la mirada y a los ojos causando la pausa del tiempo, después
analizaremos cómo, a través del prisma de la literatura, “lo fantástico”
permite apreciar las variadas cualidades del cuento como género que abastece
grandes problemas de la literatura y finalmente, desde un punto de vista más
filosófico, veremos cómo esta realidad ontológica se encuentra a través de la
idea y la trama del cuento en sí, proporcionando una verdad profunda e
ignorada, sobre el hombre.
En efecto, se podría decir que la idea
que prevalece en el cuento de Cortázar es que los ojos son la puerta de entrada
al alma. El relato hace muchas veces foco en los ojos de este curioso animal y en el
modo en que se mira con el protagonista. El guardián del acuario llega a
decirle “Usted se los come con los ojos” y él reflexiona que era al revés, que
ellos se lo comían. Así el tema de la mirada se explota de maneras diferentes :
por una parte podríamos diferenciar la mirada de los otros visitantes del
acuario y del guardián del acuario, que son superficiales, que se limitan a
solamente mirar no los peces sino al narrador y su comportamiento, analizando
como un “desequilibrado”, luego podemos discernir la mirada del narrador que
podríamos calificar como una mirada que se profundiza progresivamente, ya que
el narrador pasa poco a poco, de venir solo por las mañanas, a venir por las
mañanas y las tardes, por ejemplo en el principio “me quedé una hora mirándoles
y salí” comparado con “pegando mi cara al vidrio (a veces el guardián tosía,
inquieto) buscaba ver” = no solo refleja la obsesión del narrador por estos
seres misteriosos sino que revela su voluntad de querer ver mejor, más allá de
la superficie. Y finalmente, la mirada de los ajolotes que es mucho más
profunda, lo que podría ser paradójico considerando el hecho de que sean peces,
y que generalmente se asocia la mirada de los peces con el vacío, algo inexplorable, sin embargo
en este cuento, es la mirada de los ajolote la que revela esta realidad
antológica del hombre. Así, se retoma el lugar común que considera los ojos
como la puerta de entrada al alma y se describe el interior de los axolotls
como un “diáfano misterio interior”. Hay algo imposible de definir en su manera
de mirar. Encima, el narrador precisa que “los ojos de los axolotl no tienen
párpados” lo que se podría interpretar como una puerta eternamente abierta al infinito que ocupa la interioridad
de este ser y por consiguiente del hombre que se ve en él.
Esta mirada de los
ajolotes también puede interpretarse como la mirada del artista en el mundo, de
ahí que el narrador se convierta en un axolotl y al final del cuento vaya “a
escribir sobre nosotros, creyendo imaginar un cuento”. En efecto, se sabe que
los artistas y particularmente, en este caso, los escritores mantienen una
relación particular con el mundo que los rodea, viendo cosas que el resto de
gente no es capaz de apreciar, pero esas cosas a los ojos del escritor revelan
una verdad profunda. En el caso de este cuento podríamos interpretar la mirada
y el estudio de los ajolotes como la revelación de una verdad profunda relativa
al hombre. Esta idea se puede profundizar con el hecho de que el narrador sea
un hombre que se pasea por París, ciudad moderna del siglo xx, y describe
minuciosamente, casi de manera naturalista, la ciudad y los ajolotes. Ej: “Bajé
por el bulevar de Port-Royal, tomé St. Marcel y L ́Hôpital” + los axolotl son
formas larvales, provistas de branquias, de una especie de batracios del género
amblístoma.”.
Podríamos entonces
relacionar esta manera de mirar particular con la mirada del artista que según
Emile Zola “hipertrofia” la realidad para dar al lector los elementos
esenciales para comprender lo que le rodea. Sin embargo no podemos negar la dimensión
fantástica del texto, que es lo que le otorga su originalidad.
En efecto, es “lo fantástico” lo que
permite apreciar e interpretar el cuento y lo que realza la originalidad y las
cualidades del cuento como género literario. El axolotl es una salamandra que no
alcanza su estado adulto, siempre conserva su forma larvaria. La palabra
axolotl, y sobre todo la letra “x”, nos remite a México y a algunos apartes del
texto, como “Que eran mexicanos lo sabía ya por ellos mismos.” Pero, nos evoca
sobre todo la cultura azteca. Sabemos que Cortázar tenía una fascinación por los
mundos antiguos que irrumpen en la realidad como metamorfosis de los personajes
que podemos ver en este cuento. El mundo azteca, como los axolotls son entes
olvidados que contrastan con la época en la que vive el protagonista. Vemos por
ejemplo la mención de la roca, “la inexpresividad forzada de sus rostros de
piedra”, y en la piedra rosa de la cabeza triangular se puede ver las ruinas y
los viejos Ídolos de roca. La frecuente alusión hecha al oro: “ojos de oro,
ojitos de oro, canibalismo de oro, resplandor dorado” nos transporta a ese
mundo fantástico y mítico americano. Y esto, nos puede hacer pensar en una idea
particular de la generación del boom a la que perteneció Julio Cortázar pero
también Alejo Carpentier, quien aclaró que “lo real maravilloso” (habría que
aclarar la diferencia entre “lo fantástico” y “lo real maravilloso”) era
patrimonio americano pero algo que puede ser visto en todas partes, no es
sorpresa ver que lo real maravilloso se toma las calles parisinas, de cierta
manera vemos cómo a través de la literatura, América conquista a Europa,
demostrando la particularidad y la originalidad de la literatura americana y
afirmando así la propia identidad americana, independiente de la europea: Cortázar,
tras Rubén Darío, es “el retorno de los galeones”. Sabiendo que la cuestión de
la identidad es algo importante en el texto.
Así, el cuento no
solamente engloba toda una historia en sí de manera condensada en apenas unas
diez páginas sino que el tiempo es tratado en diferentes niveles. Como hemos
visto, vemos el tiempo de la Historia, esa Historia que entrelaza los dos
continentes, también podemos ver el tiempo de la Historia literaria en el
concepto del cuento, la metamorfosis, que puede aludir a la literatura antigua,
como por ejemplo la obra del escritor Ovidio, Las Metamorfosis, en las que el hombre se ve transformado en animal
con el fin de descubrir otros tipos de vida realzando la insignificancia de
estas vidas. Sin embargo, lo que otorga esa dimensión original a este cuento es
que aquí la metamorfosis realza la insignificancia de la vida humana, pero
también la del animal ya que el ajolote sueña con vivir en ese cuerpo superior
que es el del hombre. Pero también podemos ver el tema del tiempo tratado en sí
en el cuento, ya que vemos cómo, particularmente a través de la mirada, el
tiempo se va desvaneciendo progresivamente, simbolizando la progresiva
profundización de la búsqueda de identidad, de esa realidad ontológica. Pasamos
de tener la directa referencia al tiempo: “Hubo un tiempo” y “ahora soy”, lo
que demuestra que el tiempo transcurre, con unas referencias como “una hora”,
“todas las mañanas y de tarde”, a la pausa del tiempo a través de la
observación minuciosa de los peces, “abolir el espacio y el tiempo”. Y es esa
pausa en el tiempo a través de la observación la que permite la introspección,
la que nos permite desvelar esa búsqueda de la realidad ontológica que es la
identidad.
Esto nos permite ver la
riqueza que el cuento como género puede proporcionar, se nos presenta como un
juego entre las miradas, el tiempo y el espacio, y así podemos relacionar el título
del libro “Final del juego” con el cuento, ya que es este juego aplicado por el
cuento que nos permite descubrir el final, final del cuento y final, que se
tienen que entender, como el posible final de la búsqueda ontológica.
En efecto, lo que parece aún más
interesante es que este cuento, a pesar de su brevedad y a través de “lo fantástico”,
nos permite alcanzar una verdad ontológica sobre el hombre, la eterna búsqueda
de la identidad, que aquí, paradójicamente se encuentra gracias a la
metamorfosis del hombre en una larva, realzando posiblemente la absurdidad de
la vida del hombre. Dos mundos relacionados
pero incapaces de ponerse en contacto = realidad geográfica + el hombre y el
sentido de la vida (filosófico + metamorfosis, la necesidad de extirparse de la
realidad para entender mejor al hombre + paradoja entre larva y hombre,
Pascal). Como ya hemos visto, la historia se desarrolla en París, por lo cual
hablamos de un hombre moderno que es el protagonista, un hombre solo, tenue,
metido en sí mismo, tal vez incomprendido y que busca en su soledad, quizás la
salida de su laberinto interior atormentado por la ciudad, por el materialismo,
etc.: Cortázar como autor marcado por el existencialismo es una evidencia ya
que incluso redactó un ensayo sobre el tema. Y por eso se ve identificado con los
axolotls que son seres solos, inmóviles, impenetrables, con una mirada
insondable. Ve en ese axolotl –espejo- su identidad, se ve reflejado en uno de
ellos, separados sutilmente por el vidrio. El cristal es la barrera que impide
que el hombre encuentre su verdadero yo. El cristal del acuario puede
simbolizar la manifestación del temor del hombre al descubrimiento de su
vocación íntima, al discernimiento de sus pensamientos, a la búsqueda sin
negación de libertad> Pascal y “divertissement”
= porque queremos evitar pensar en la muerte.
Así, la verdad ontológica revelada es la del alma en sí: El protagonista se
da cuenta de que el axolotl tiene alma, y que esa alma es semejante a la suya y
ambas reclaman comunicación, arrastra al hombre y al animal a la mutua unión,
los dos quedarán finalmente atrapados.
Al enfrentarse, ambos toman consciencia de que poseen algo en común y
que ese algo los identifica, más allá de las barreras física y mental. «Porque
desde un primer momento comprendí que estábamos vinculados, que algo infinitamente
perdido y distante seguía sin embargo uniéndonos». Y al final lo que puede desvelar
la absurdidad de la vida del hombre es que se asemeja a una simple larva, el
que se creía estar en el centro del mundo, como en París, con su “cola de pavorreal”
vanidosa y vana, capital cultural de la época, en realidad se da cuenta de la
insignificancia de su existencia, y sobre todo de su ignorancia relativa al
hombre, lo que justifica entonces esta búsqueda de identidad.
La bestialización del hombre y la humanización de la
bestia muestran claramente la posibilidad de que ambas realidades sean
intercomunicables. El epílogo de la experiencia es una mezcla de soledad y
espanto: ambos seres quedan atrapados definitivamente. El valor del cuento es
la afirmación de su capacidad a abastecer diferentes cuestiones sobre la
Historia humana, la Historia literaria y sobre el Hombre en sí.
Fátima S., LS2
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