Síntesis del artículo: http://internacional.elpais.com/internacional/2016/10/20/argentina/1476970128_583162.html
El año 2016 habrá
sido el de las sorpresas en el continente americano.
La primera son los
resultados inesperados del informe Latinobarómetro que cubre 18 países de la
región. Cuando los europeos dudan acerca de su proyecto común, los latinoamericanos
piden a los dirigentes políticos que imiten la construcción europea que
consideran como el mejor modelo para alcanzar el desarrollo y acabar con la
heterogeneidad y la incoherencia de los mercados ya existentes.
La segunda noticia
sorprendente es que, de forma paradójica, los latinoamericanos parecen
dispuestos a optar por más integración y menos democracia, olvidando al parecer
que la integración supone el respeto a las cláusulas democráticas. En realidad
el informe destaca que las sociedades latinoamericanas son capaces de sacar
conclusiones de las últimas décadas en las que la democracia la afearon las
políticas corruptas e ineficaces.
Si quieren más
integración política es que hacen el balance de una década de regímenes
populistas y muy marcados por la ideología. Para la mayoría, la integración
política es una evidencia en un territorio con lengua y cultura comunes que
permiten remitir a una identidad subcontinental. Si optan por más inversiones y
capitales externos, pese a lo que condenaron los gobiernos de izquierda, es que
se dan cuenta de que en un mundo globalizado, América Latina no puede quedar
marginada.
Lo que parecen
evidenciar los sondeos es la alta conciencia social de los latinoamericanos que
necesitan recobrar confianza en el sistema democrático que ha de traerles más
bienestar económico.
Comentario EDM
¿Qué futuro para las relaciones eurolatinoamericanas?
Tras
la crisis de los refugiados, el Brexit y en vísperas de las elecciones
francesas, Europa parece vacilar y desconfiar de su proyecto que en otros
tiempos supuso precisamente convivencia y desarrollo. Del otro lado del
Atlántico se produce un giro político tanto en EE UU como en América del Sur.
En ese contexto movedizo ¿qué futuro común pueden esperar europeos y
latinoamericanos ?
En
realidad las relaciones eurolatinoamericanas siempre han carecido de un
proyecto político a largo plazo. Se ha construido y ensanchado la Unión Europea
con naciones que miraban más hacia el Este y si España y Portugal negociaron su
entrada presentándose como el vínculo histórico entre el Viejo y el Nuevo
Mundo, es de recordar que tal argumento no interesaba tanto en los círculos del
poder. Sin embargo la UE ha acompañado el proceso de formación del Mercosur
desde los incios y en 2000 podían así empezar las ruedas de negociaciones sobre
el diálogo político, la cooperación y los intercambios comerciales siendo éstos
el punto de divergencia y de enfrentamiento permanente hasta hoy.
El
estancamiento del tratado de libre comercio UE-Mercosur encontrará sin duda su
solución en lo que está emergiendo en América Latina. Tras la victoria de
Mauricio Macri en Argentina y la de Donald Trump en los Estados Unidos, se
suceden al vuelo las cumbres y los acontecimientos : suspensión de
Venezuela y nuevas orientaciones menos proteccionistas del Mercosur,
acercamiento de Argentina y Brasil a la Alianza del Pacífico vista también como
tabla de salvación por México que sufre los ataques del nuevo presidente
estadounidense, desaparición progresiva de los regímenes de esa izquierda
radical que habían atacado duramente las empresas españolas y boicoteado las
cumbres iberoamericanas… todo se está preparando para que comience un nuevo
ciclo.
Los
proyectos son numerosos para los aficionados a la integración :
infraestructuras, cuestiones medioambientales, programas universitarios, producciones
artísticas, intercambios comerciales, gestiones de los flujos humanos. Las
relaciones eurolatinoamericanas pueden ser una opción frente al proteccionismo
del nuevo inquilino de la Casa Blanca y como contrapeso a unas economías rusa y
china poco duraderas.
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