Hola a todos, estudiantes de ayer, hoy y mañana...

Bienvenido/a en el blog dedicado a la enseñanza del castellano en clases preparatorias del Instituto Saint-Exupéry de Mantes-La-Jolie. Abre los ojos y lo encontrarás todo: programas de literatura y civilización, enlaces para artículos, vídeos o fotogalerías, consejos de lecturas, ideas para ver películas o escuchar música, proyectos culturales a gran escala, diarios y testimonios de estudiantes, sin olvidar unas correcciones...

dimanche 10 juin 2018

En el siglo XXI, ¿sigue teniendo legitimidad el Rey?


    Al día siguiente de la boda real entre Harry y Meghan Markle que llamó la atención de toda Inglaterra y en general la de todo el mundo, muchos debates han resurgido en torno al papel de la monarquía en la sociedad británica.
Sin gran sorpresa, estos debates se extendieron hasta todas las monarquías y, especialmente a la monarquía española que ha sido con el Rey objeto de muchas protestas en los últimos años.
Así, ¿conviene preguntarnos si la figura del Rey posee aún alguna forma de legitimidad en el siglo XXI?

    La legitimidad de Juan Carlos, Rey de 1975 a 2014, fue cuestionada en repetidas ocasiones después del estallido de numerosos escándalos, como por ejemplo el episodio de la caza en Botsuana, en el cual se vio al rey posando junto al cadáver de un elefante, esa caza que le costó hasta 30 000 €, en un contexto en el que España sufría una grave crisis económica.  Poco después, el periódico español El Mundo reveló la fortuna que Juan Carlos había heredado de Juan de Borbón, que ascendía hasta los 3,8 millones de euros.
Las generaciones del siglo XXI ya no piensan en la imagen del Rey como actor primordial durante la Transición Democrática, su imagen se ha vuelto "sucia", como lo demuestra la multiplicación de las caricaturas del periódico satírico El Jueves desde 2007 y hasta 2014.
  
    Sin embargo, la llegada al trono de España de Felipe VI fue acompañada por diferentes cambios que restauraron la imagen de marca de la monarquía española.
Por ejemplo, para evitar escándalos como los que habían manchado el reinado de su padre, Felipe VI marcó su llegada al trono con la transparencia que faltaba antes hasta tal punto que se agregó una pestaña titulada "transparencia" en el sitio web de la Casa Real.
En cuanto a su papel, la opinión general fue muy favorable: un año después de su llegada a la corona, el 81% de los españoles apreciaba el trabajo de Felipe VI. En efecto, está presente en la vida de los españoles participando en homenajes o reuniones diplomáticas

     Hoy en día, con el Rey Felipe VI, la legitimidad del monarca en España es cosa cierta. De ahí los sondeos muy positivos tras el discurso del 3-O sobre el procés.
Ahora corresponde a los monarcas españoles aceptar el cambio de la sociedad y aprender a adaptarse a este cambio, para continuar afirmando su legitimidad entre la población. Es lo que le recordó Felipe VI a Leonor con ocasión de sus 50 años y de la entrega del Toisón de Oro a la futura Reina.




Louis L. (ECE1)


lundi 4 juin 2018

Columna del genial Oppenheimer


En Cuba, un dinosaurio ungió a un ‘bebesaurio’

La transferencia del dictador militar cubano Raúl Castro de uno de sus muchos cargos –de hecho, el menos importante– a Miguel Díaz-Canel ha sido descrita por varios presidentes y muchos medios internacionales como un “traspaso de poder”, una “transición” y el inicio de “una nueva era” en la isla. Con el debido respeto a todos, ¡eso es ridículo! Castro, de 86 años, mantendrá sus dos puestos más importantes: el de jefe del Partido Comunista, que según la Constitución del régimen cubano es la “fuerza dirigente superior de la sociedad y el Estado”, y el de Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas. Díaz-Canel, quien cumple 58 años el domingo, fue nombrado presidente, el tercer cargo más importante en Cuba. Se trata en buena medida de un cargo ceremonial: sus posibilidades de cambiar algo son prácticamente nulas hasta tanto Castro se muera o se retire de su cargo como jefe del todopoderoso Partido Comunista, lo que podría ocurrir en tres años. El propio Díaz-Canel dijo en su discurso de inauguración el jueves que su trabajo será preservar la dictadura cubana de casi seis décadas de antigüedad. Díaz-Canel dijo que “el mandato dado por el pueblo a esta legislatura es la continuidad de la revolución cubana”. ¿Mandato dado por el pueblo? ¡Qué disparate! El pueblo cubano no ha tenido una sola elección libre en casi 60 años. Todos los partidos de oposición y periódicos independientes o medios electrónicos están estrictamente prohibidos. Las personas que no están de acuerdo con el credo oficial del régimen militar son calificadas de agentes del imperialismo, enemigos del pueblo y perseguidos. Y la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba, la legislatura mencionada por Díaz-Canel, es una broma: no hay un solo legislador opositor. Un total de 603 de los 604 legisladores votaron por Díaz-Canel. Sorprendentemente, incluso algunos gobiernos latinoamericanos que han tomado una posición firme por la restauración de la democracia en Venezuela han felicitado a Cuba por el nombramiento de Díaz-Canel. ¿Qué hay para felicitar a Díaz-Canel? ¿El hecho de que haya trabajado toda su vida para uno de los regímenes totalitarios más antiguos del mundo? ¿El hecho de que en su discurso inaugural juró preservar un régimen que el año pasado encarceló o detuvo por razones políticas a un récord de 9.940 personas, según la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional? Muchos argumentan que la designación de Díaz-Canel es “histórica” ​​porque será el primer presidente cubano en la historia reciente cuyo apellido no será Castro, y porque representa a una generación más joven que podría estar más abierta al cambio. Según esta línea de pensamiento, el hecho de que Díaz-Canel no haya dado ninguna señal en su discurso inaugural de que podría convertirse en un reformador no significa nada, porque hacer eso equivaldría a su muerte política en la Cuba de Castro. El ex líder de la Unión Soviética, Mijail Gorbachov, era un apparatchik obediente del Partido Comunista gobernante hasta el día en que se convirtió en líder del partido, y comenzó a abrir el sistema político y económico de Rusia, señalan muchos. Eso es cierto. Nadie puede descartar que Díaz-Canel se convierta algún día en el Gorbachov de Cuba. Pero lo más probable es que, al menos durante los próximos tres años, mientras Castro siga siendo el máximo líder en su calidad de jefe del Partido Comunista, Díaz-Canel seguirá siendo un opaco obsecuente de Castro. A lo sumo, Díaz-Canel será un “bebesaurio” que reemplazará a un dinosaurio en uno de sus cargos menores. En lugar de felicitarlo por su ridícula “elección”, los presidentes extranjeros deberían enviar a Díaz-Canel una fuerte señal de que en el siglo XXI ya no hay lugar para regímenes totalitarios que no permiten partidos de oposición ni la libertad de expresión. Y nosotros en los medios deberíamos llamar al régimen cubano por lo que es bajo la definición de cualquier diccionario: una dictadura.

Andrés Oppenheimer, El Nuevo Herrald, el 19 de abril de 2018