Enseñar lo que fueron ciertos momentos
claves de la historia nacional en vez de hacer de esa historia un objeto de
polémica marcada por la ideología, es precisamente lo que se debate en España
desde el fin de la dictadura franquista. Pas
de présentation scolaire du texte mais une contextualisation, une mise en
perspective.
Ya que una
sociedad se construye a partir de lo que pudo vivir en el pasado y de unos
sentimientos ambivalentes acerca de éste – nostalgia para unos o rechazo para
otros – España parece incapaz de encontrar un término medio que sería el de la
contemplación serena de su historia reciente que va de 1931 a 1975, una
historia que sigue marcando e interesando a todas las capas de la sociedad como
lo demuestran las políticas municipales en torno al callejero o las
instalaciones de lugares de memoria, los empeños de los familiares de víctimas
republicanas en abrir fosas o las obras de los novelistas más famosos que no
vacilan en hurgar en su propio pasado familiar.
Pero ¿cómo
pudiera actuar de forma serena la sociedad española cuando el propio Estado es
incapaz de indicar el rumbo de forma clara
a las Administraciones públicas en cuanto a las exhumaciones de los
restos sepultados en fosas comunes tal como lo prevé la Ley de Memoria
Histórica del 2007 ? Es lo que lamentan los historiadores que consideran
que con esa nueva generación de los nietos ya es tiempo para abrir las fosas
pero también para comprender unos acontecimientos que se silenciaron en tiempos
de la Transición – aunque comenzó la labor de reconocimiento y de indemnización
de las víctimas republicanas - por razones que se puede comprender como la
necesidad de desmantelar el viejo edificio franquista en la base del consenso
de partidos y la de priorizar, considerando que lo más urgente era la
elaboración de la Cosntitución y la integración en la Comunidad Europea.
Quizá sea Tony
Judt el que logre analizar de la forma más tajante la realidad de las
relaciones ambivalentes que mantiene España con su pasado. Según él, el abrir
las fosas es una necesidad histórica y no política; por eso instrumentalizar esas
exhumaciones - lo que hace tanto la izquierda como la derecha - es la
demostración de la incapacidad de los españoles a recordar y pues a olvidar. Así
que aboga por una labor histórica renovada que tome en cuenta nuevas
metodologías y nuevos instrumentos conceptuales frente a una memoria demasiado
pasional y recuperada por los bandos politicos que consideran que existe una
sola lectura, la suya propia. Los historiadores de hoy no pueden investigar
bajo la presión de los partidos : ni consenso ni subjetivismo sistemático,
es lo que piden también Santos Juliá o Paul Preston.
Considerar que
existen varias lecturas posibles del acontecimiento histórico es acabar con
ciertos mitos como el de la Segunda República, reconociendo que pudo existir un
« terror rojo » para citar el título de la obra de Julius Ruiz o que
a veces hubo fraude en las elecciones como las del 36. Lo que se pide es que,
habiendo pasado los tiempos de la propaganda, los españoles sean ahora capaces
de hacer lo que hicieron los italianos o los franceses o sea desmontar el
discurso dominante para descubrir la realidad a veces confusa y movediza.
El texto evoca en diferentes ocasiones la
necesidad de investigar en los años de la Segunda Repúlica. Se ha podido decir
que la República española había perdido la guerra en los hechos pero no en el
terreno de las ideas. Es lo que yo quisiera comentar evocando la construcción
del mito republicano en España así como la permanencia de los viejos odios
incluso en el debate actual sobre la posible independencia catalana. Choisir un sujet de commentaire suscité par
le texte, utiliser sciemment la première personne du singulier pour se mettre
en avant, annoncer le plan de façon non scolaire.
Para
saber más :
-
FICHE República
-
FICHE Fosas comunes
-
FICHE Símbolos franquistas en la España de hoy