El orden constitucional en España tiene dos amenazas: el
independentismo catalán y el auge de la extrema derecha. Obviamente, no
soy equidistante. No pretendo equiparar ambas afrentas. ¡Ni punto de
comparación! Unos son unos malvados que quieren romper la España que
hemos construido desde la Transición y los otros están desencaminados,
pero, en el fondo, son unos demócratas. Eso sí, dejo a discreción del
lector decidir quiénes son los más peligrosos, porque seguramente la
mitad dirá que los secesionistas y, la otra mitad, la ultraderecha.
Pero lo cierto es que tenemos dos opciones: seguir con las rutinas
parlamentarias, minimizando el impacto de los extremistas, o paralizar
la vida política hasta que desaparezcan. Es lo que llevan años
intentando en Francia o Suecia, erigiendo cordones sanitarios contra los
partidos radicales. Y el resultado es doblemente preocupante. Primero,
una extrema derecha aislada, y que, por tanto, se presenta como víctima
del sistema, crece más rápido que una extrema derecha normalizada, que
invariablemente se autodomestica al tocar poder.
Segundo, el precio de boicotear a los radicales es renunciar a la
alternancia entre izquierdas y derechas. La unión de partidos de
centro-izquierda y centro-derecha hace que Francia y Suecia disfruten
ahora de Gobiernos socioliberales internacionalmente alabados, aunque
internamente cuestionados. Y que, si cometen cualquier error, serán
devorados por la ultraderecha, convertida ya en la oposición efectiva.
Suecos y franceses se lo juegan todo a una carta, con unos Gobiernos
centristas que son el último muro de contención frente a los radicales.
Por suerte, Sánchez, Casado y Rivera, a pesar de las críticas
brutales que les están cayendo (muchas, cruzadas entre ellos mismos), se
empeñan en mantener la alternancia política. Están actuando de forma
pragmática, Sánchez en la negociación de los Presupuestos Generales, y
Casado y Rivera en la investidura andaluza: saquemos tajada de la
debilidad de unas formaciones radicalizadas que no tienen otra salida
que entregarnos los votos prácticamente gratis. Da igual lo que vendan a
futuro los independentistas o Vox: ninguna propuesta anticonstitucional
saldrá adelante en el Parlamento español o el andaluz.
Sí, PSOE, PP y Ciudadanos quieren gobernar a toda costa. Y, sí, ese
es el mejor antídoto contra quienes se alimentan del desgobierno. @VictorLapuente
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