Hola a todos, estudiantes de ayer, hoy y mañana...

Bienvenido/a en el blog dedicado a la enseñanza del castellano en clases preparatorias del Instituto Saint-Exupéry de Mantes-La-Jolie. Abre los ojos y lo encontrarás todo: programas de literatura y civilización, enlaces para artículos, vídeos o fotogalerías, consejos de lecturas, ideas para ver películas o escuchar música, proyectos culturales a gran escala, diarios y testimonios de estudiantes, sin olvidar unas correcciones...

dimanche 26 février 2017

El 20-D, el 26-J y el rey

http://elpais.com/especiales/2016/debate-de-investidura/diez-meses-sin-gobierno/

http://www.eldiario.es/politica/GRAFICOS-Espana-derechas-votantes-quedaron_0_531947347.html 





Nunca a lo largo de la joven democracia española había recibido el rey tantas veces (con las del 24-25 de octubre fueron cinco) a los representantes de los partidos políticos con representación en el Congreso de los Diputados. Esa ronda, que muchos pudieron analizar como una consecuencia del bloqueo político que vivió España durante diez meses sin gobierno capaz de promover iniciativas legislativas y políticas y con una UE cada día más preocupada por esa situación de estancamiento, tuvo sin embargo un interés, el demostrar que el rey supo hacer frente al complejo proceso de investidura y sobre todo que el rey seguía garantizando las instituciones y de la Constitución pese a los errores que cometió.

En efecto, lo que le otorga la Constitución de 1978 al rey es una apariencia de poder. Solo en apariencia y de acuerdo con los líderes de los partidos políticos, el rey tiene un poder autónomo, el de proponer libremente un candidato a la investidura como presidente del Gobierno. Solo es una escenificación. El Presidente del Congreso, a la llamada del rey, le comunica la relación de grupos parlamentarios así como los líderes de los mismos a los que hay que llamar a consultas. El rey, tras las mismas, propone o no un candidato a la investidura, lo que le comunica al presidente del Congreso quien, de acuerdo o sin acuerdo con el candidato, fija la fecha para el pleno de investidura del que resultará o no investido el presidente del Gobierno. Parece como si el presidente del Congreso fuera, simplemente, un recadero del rey. Pero no es así: es el responsable de los mismos, porque conviene recordar que el rey no tiene poderes propios, todos sus actos tienen que ser refrendados para ser válidos como lo indican los artículos 56.3 y 64 de la Constitución. 

El trámite de investidura tiene como única finalidad la de confirmar cuál de los líderes (de los cuatro partidos salidos mayoritarios de la consulta del 20-D y del 26-J) cuenta con 176 votos parlamentarios o más, o cuenta con un número de votos parlamentarios menor de 176 votos parlamentarios, pero tiene garantizado un número de abstenciones que hagan que los votos a favor sean más que los votos en contra en la primera o en la segunda votación (como ha sido el caso de la votación parlamentaria del 29 de octubre de 2016). Y hasta que no concurra esta circunstancia, el rey no debe proponer a ningún candidato. Su función no es la de encargar a un líder que haga gestiones para ver si consigue obtener los votos necesarios para ser investido. Si lo hiciera, el presidente del Congreso debería negar el refrendo del acto del rey, con lo que carecería de validez y en consecuencia de eficacia. De acuerdo con la Constitución, ningún acto del rey puede ser válido y eficaz sin el refrendo del presidente del Congreso, del presidente del Gobierno o de un ministro. 

En cierta medida se puede afirmar que el rey no se saltó el guión e hizo escrupulosamente lo que le mandaba hacer la Carta Magna. Por eso aludir a Rajoy como el « candidato » del rey era una falsedad que encubría unos resultados sorprendentes tras cuatro años de política de austeridad, o sea que el PP de Rajoy fue el partido más votado en las dos elecciones ganando incluso votos entre los dos comicios (pasando de 123 a 137 escaños con el voto útil). El proceso confirmó que el rey no se extralimitó de sus funciones y que seguía siendo competente al margen de la estricta neutralidad política a la que está obligado. Confirmó su función simbólica sin ser nunca actor político decisivo. Pero el mismo proceso condujo al rey a cometer errores de los cuales no puede ser responsable como el ofrecer a Rajoy y luego a Sánchez que se presentaran a una investidura forzosamente fallida tras los comicios del 20-D que anunciaban el fin del bipartidismo y la entrada en el Congreso de un partido antisistema como Podemos. Un error no repetido en octubre del 2016 ya que el rey sabía como todos los españoles que el PSOE se comprometía en abstenerse para que Rajoy gobernara en minoría. Habida cuenta de que la Constitución no pone límite temporal a la propuesta de un candidato a la investidura por el rey, para que el reloj no se pusiera en marcha, y no se convocaran elecciones tras sucesivas investiduras fallidas, hubiera bastado con que no se propusiera candidato hasta que un líder contara con los apoyos suficientes. 

La repetición de elecciones supone el desprecio de los partidos políticos parlamentarios a los ciudadanos, por lo que debe considerarse inadmisible e incomprensible. La comedia que contemplaron los españoles durante diez meses, consistente en encargar y aceptar investiduras imposibles a priori, puestas en marcha del reloj y sucesivas elecciones, condujo a un millón de ciudadanos a quedarse en casa el 26-J subiendo así la tasa de abstención a expensas de los partidos de izquierda. En ese sistema parlamentario, el rey no tiene poderes propios. Y la propuesta de investidura es también un acto que necesita ser refrendado por el presidente de las Cortes, de manera que los errores del rey lo son también de la presidenta del Congreso, Ana Pastor, que se ha olvidado de sus responsabilidades constitucionales y de los partidos políticos que han demostrado su inmadurez y desprecio por la política.


dimanche 19 février 2017

Cuba tras el sepelio de Fidel



La transición con la que se contentarán los cubanos será lenta, muy lenta. Primero porque sigue mandando el hermano de Fidel y cuando Raúl Castro abandone el poder en 2018, no lo abandonará por completo ya que seguirá controlando el PCC. Además los mandatarios posibles de los años venideros no tienen como propósito normalizar la vida política ni fomentar la apertura cultural sino promover el desarrollo económico. Una apertura a la china se anuncia en Cuba.

Tras casi medio siglo de poder personal, el Líder Máximo ha dejado muchos problemas. Entre ellos, la cuestión de las relaciones con Estados Unidos que parecían mejorarse con el deshielo inciado en los últimos años de la era Obama. Sigue imperando el bloqueo y ne se sabe lo que hará Trump con él. Las opciones que tomó Castro han conducido también a una mayor dependencia de la isla, siendo Venezuela el gran hermano de los últimos años. Por fin la planificación socialista ha empobrecido la que era la « perla de las Antillas » : una falta de industrialización y un sector agropecuario a la zaga explican que Cuba importa el 40% de lo que comen los cubanos.

            Claro que la cuestión del crecimiento es esencial pero si es importante alcanzar el 4% son también fundamentales los derechos básicos de los ciudadanos. Por eso resulta necesario que la prensa no oficialista pueda expresarse libremente y que los periodistas ya no sean amenazados con la cárcel. Luego el gobierno ha de « abrir el puño » o sea que los cubanos han de tener un acceso ilimitado a Internet y a las redes sociales. Por fin es de resolver la cuestión de los opositores. Lo que tiene que hacer Cuba lo más rápidamente posible es entrar en el mundo real.

Fidel, mito y realidad.

El itinerario de Fidel Castro es un ejemplo magno de oportunismo político : más que nadie, supo forjarse una imagen duradera, omnipresente en el escenario nacional e internacional, otorgándose un mandato de tipo moral: proponer un modelo para hacer desaparecer toda forma de materialismo y poner fin a la influencia corruptora del capitalismo. Anclado en una realidad de privaciones y prohibiciones impuestas a la sociedad que pretendía proteger, fue construyendo su propio mito.
            El castrismo, poder personal secular, se ha impuesto como imagen contraria a la que ofrece el modelo norteamericano, modelo que le sirvió al líder cubano  de contramodelo y que justificó toda su acción política. Determinarse con respecto a Estados Unidos, expresó la relación ambivalente que mantenía con ese país, por ser éste, en última instancia, quien estaba al origen y determinaba sus decisiones políticas, tanto al interior de la isla, como al exterior: todo lo que vivían los cubanos era una consecuencia de lo que imponían los Estados Unidos. Así se elaboró el mito del embargo que logró convencer al mundo entero de que los cubanos vivían aislados del resto del mundo y eran los únicos capaces de resistir la invasión estadounidense y de ganar la guerra librada por los No-Alineados.
El fidelismo aparece ante los ojos del mundo, y se impone a gran escala desde los tempranos días de enero de 1959, durante el trayecto de la Sierra Maestra a La Habana que el líder cubano, con el dominio innato de su sentido de la comunicación, hizo que durara  varios días porque él iba ocupando, palmo a palmo, la geografía del país e iba imponiendo su figura en el imaginario del mundo. Se impuso el nuevo Fidel, vestido con el eterno traje de campaña del revolucionario presto al combate y de la barba, la quinta esencia de su emblema que odiaba la CIA, que lo aproximaba a la imagen de Cristo, ocupando en el imaginario el lugar de una figura religiosa. El Fidel Castro que nacía, iba a personificar a un líder guiado por principios éticos y desprovistos de ambiciones personales que se había impuesto la misión de realizar una revolución cercana de la perfección. Y poco importaba si Castro acumulaba una fortuna personal cuando los cubanos vivían años del hambre.
Castrismo, fidelismo, la lengua lo dice todo y en este caso enseña hasta qué punto ese régimen de 47 años fue un modelo de cinismo tal como lo ilustra un discurso político repetido un sinfín de veces en la prensa oficial en la tele o en la Plaza de la Revolución y que se apoyaba en una serie de imágenes, conceptos y teorías que han logrado oponer a los cubanos: los auténticos y los “gusanos”.